En 1981, Sandy Blair parece tenerlo todo: es un novelista publicado, una relación estable con Sharon y el coche de sus sueños. Pero no escribir su nueva novela: se siente frustrado, acabado y presionado por su agente que le recuerda que está a dos meses de la fecha de entrega. Le ofrecen un trabajo como reportero independiente en su primera casa editorial, Hedgehog: investigar el asesinato ritualista de Jamie Lynch, infame representante de varios grupos famosos de rock de los sesenta y, en particular de Los Nazgûl (una referencia a las criaturas siniestras que aparecen en El Señor de los Anillos, de J. R. R. Tolkien). Sandy se enemista con su agente y con Sharon, pero toma el trabajo. 

Este libro no es para corazones hipersensibles o débiles de espíritu. No es para escépticos que no creen en cuentos de hadas ni
en las ponderosas fuerzas del bien. Es sólo para almas intrépidas
como la tuya, que desafían al mal en todas sus formas.
Inspirada en la película que ha aclamado la crítica, escrita y dirigida por Guillermo del Toro y reimaginada por Cornelia Funke,
este cuento cautivador lleva a los lectores a un mundo oscuramente mágico y asolado por la guerra, poblado por personajes
espléndidamente trazados, como faunos embusteros, homicidas, monstruos devoradores de niños valientes que se sublevan
y una princesa perdida tiempo atrás que espera reunirse con su
familia.

Una noche, Annie desapareció. Desapareció de su propia cama. Hubo búsquedas, apelaciones. Todos pensaron lo peor. Y luego, milagrosamente, después de cuarenta y ocho horas, regresó. Pero ella no pudo, o no quiso decir lo que le había sucedido.
Algo le pasó a mi hermana. No puedo explicar qué.
Sólo sé que, cuando regresó, ella no era la misma.
Ella no era mi Annie. No quería admitir, ni siquiera a mí mismo, que a veces tenía miedo de mi propia hermanita.

Augsburgo, 1916. La mansión de la familia industrial Melzer se convierte en un hospital militar.
Las hijas de la casa, junto con el personal, cuidan a los heridos, mientras que Marie, la joven esposa de Paul Melzer, se hace cargo de la administración de la fábrica de telas, pero recibe una triste noticia: su cuñado ha caído en el frente y su esposo, prisionero de guerra. Mientras Marie lucha por preservar el patrimonio familiar y no perder la esperanza de volver a ver a Paul, el elegante Ernst von Klippstein aparece a la puerta de la mansión y no pierde de
vista a Marie.

Lupita, la protagonista de esta novela, es una antiheroína fuera de serie. Es una policía poco agraciada físicamente, con problemas de alcoholismo, que ha padecido la violencia y sobrevive en un medio donde reinan las apariencias, el dinero y el poder. En su búsqueda del amor, termina involucrada de forma azarosa en el asesinato de un político y debe desentrañar lo que hay detrás del crimen, pues su propia vida está en riesgo.
Con su característico lenguaje accesible y enganchador, un refrescante humor negro y una profunda mirada espiritual, Laura Esquivel traza un fascinante retrato de una sociedad que ha perdido el rumbo, donde casi todos somos un poco Lupita y buscamos algo que nos salve del desamor.

En abril 1919, Emiliano Zapata está tratando de volver a la lucha revolucionaria que inició nueve años antes, pero sus últimas victorias militares y la influenza española en Morelos lo han dejado prácticamente sin ejército. Por eso, acepta reunirse con Jesús Guajardo, un hombre que lo convence de haber desertado del ejército federal, pues necesita de las armas y los hombres que le ofrece. La reunión se lleva cabo en la Hacienda de Chinameca, pero es una trampa… en cuanto Emiliano Zapata traspasa el umbral comienzan los disparos y cae de su caballo. En esos últimos segundos, antes de morir traicionado, Zapata comienza a recordar su historia. No de una forma lineal, sino rescatando pasajes, en apariencia aleatorios, que narran la lucha de Anenecuilco por recuperar sus tierras robadas por la Hacienda de Hospital, los abusos del régimen de Porfirio Díaz, la lucha de Francisco I. Madero por terminar con la dictadura, los gobiernos de Victoriano Huerta y Venustiano Carranza, y la inesperada amistad del propio Emiliano Zapata con Francisco Villa.